Randall W. Younker
Charles Darwin llegó a la conclusión de que el Antiguo Testamento contiene una “evidente historia falsa del mundo” y que, por lo tanto, “no se puede confiar en la Biblia más que [...] en las creencias de un bárbaro”.1 Los adventistas vivimos en un mundo que da por sentado la evolución y suele seguir la lógica de Darwin. Asimismo, cada vez hay más investigadores y científicos cristianos que sostienen que como no se puede confiar en el relato bíblico de los comienzos, tampoco podemos creer en otras “verdades” de ese libro.2 No obstante, los adventistas seguimos atesorando la enseñanza bíblica de la creación especial (es decir, de una semana reciente de la creación). ¿Por qué?
Este artículo analiza la importancia de la doctrina de la creación especial, mencionando en primer lugar su base escritural según fue aprobada hace poco por la Junta Directiva de la Asociación General,3 la que será seguida de una mirada más detallada al impacto de la doctrina de la creación especial sobre cuatro doctrinas claves
La creación especial en las Escrituras
Génesis 1 y 2 son dos capítulos complementarios importantes porque enseñan de manera definida el relato de la historia de la tierra y del origen de las primeras formas de vida en el planeta.4 Éxodo 20:8-11, que fue escrito con el dedo de Dios, nos recuerda el lugar central del sábado como recordatorio de la creación. El cuarto mandamiento solo tiene sentido si la semana de la creación fue un evento literal de siete días de duración según se registra en el Génesis. Allí se describe claramente la creación divina en términos de un período breve que culmina con la asignación de la imagen de Dios al ser humano y el mandato de cuidar el mundo.
Los adventistas por lo general hemos sostenido que estos días históricos de la creación no fueron ni míticos ni metafóricos, ni tampoco días denominados “divinos” en los cuales cada día equivale a millones y millones de años.5 Los días de la creación fueron días como los que conocemos, de 24 horas literales.
Asimismo, el material cronológico de Génesis 4, 5 y Mateo 1 solo es compatible con un período desde la creación de unos pocos miles de años (no millones, período llamado “tiempo profundo”). Pero, ¿por qué es importante este dato? ¿Por qué nos interesa tanto? Es crucial, porque de ello depende la respuesta que daremos a las interpretaciones científicas modernas de los períodos geológicos y de lo que esto dice de la naturaleza de Dios y de la Biblia. El tiempo profundo y la teoría de la evolución van de la mano. Tenemos que elegir entre el tiempo profundo y la evolución de las formas de vida, o la semana bíblica de la creación en épocas recientes.
Es importante creer en una creación reciente. Nos protege del concepto de la evolución teísta o creación progresiva, que parece haberse introducido en la comprensión que tienen algunos adventistas de la creación especial.
Apocalipsis 14:6 y 7 destaca la importancia de la doctrina de la creación especial en el contexto de la cultura posmoderna actual. El lenguaje específico del último mensaje de Dios al mundo es un llamado para que todos adoren a Dios, porque él creó por medio del breve, pacífico y compasivo método de seis días mencionado en Éxodo 20:11. Esto reafirma la perspectiva de la creación especial en el tiempo del fin. Ante un mundo que defiende el neodarwinismo, Dios aparece como plenamente digno de adoración por causa del breve método temporal que usó al crear.
Como punto culminante de la creación, Dios reposó, bendijo y santificó el séptimo día, instituyendo así para toda la humanidad (Marcos 2:27) ese día basado en la creación. El sábado representa un recordatorio inmutable de una creación completada en seis días, y es una señal de la relación santificadora que hay entre el Creador y los seres creados a su imagen.
Cuando concluyó la creación, Dios declaró que lo creado era “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). El autor del Salmo 19 se hace eco de la aprobación y el entusiasmo divinos al vincular la creación con la gloria de Dios (Sal. 19:1-6).
La creación especial y otras doctrinas bíblicas
Cuatro razones claves se combinan para mostrar por qué es importante creer en una creación histórica reciente. En primer lugar, la creación especial está indisolublemente ligada a la autoridad e inspiración de las Escrituras. Si no podemos confiar en la lectura literal de Génesis 1 y 2, ¿qué guía usaremos para indicar qué porciones de las Escrituras son “confiables” o “dudosas”?
En segundo lugar, la alternativa de una evolución teísta y creación progresiva produce inextricables problemas relacionados con la enseñanza bíblica del carácter amante del Creador (1 Juan 4:8).
Si aceptamos la evolución teísta como el supuesto método intencional de Dios para crear, tendríamos que armonizar más de 3.800 millones de años de depredación, enfermedad, muerte, extinciones masivas, sufrimiento, incontables catástrofes geológicas de todo tipo, y otros males naturales, con la imagen de un Dios amante y solícito.6 El científico David Hull concuerda en que el Dios de la evolución no es ni amante, ni alguien a quien nos sintamos inclinados a orar, sino un ser casi diabólico.7 Definidamente, no es este el Dios que ve cada pajarillo que cae a tierra (Mat. 10:29-31).
En tercer lugar, una creación de millones de años requiere necesariamente que neguemos la caída literal e histórica del ser humano, el diluvio universal, y el Adán histórico por medio del cual pasó el pecado y la muerte a toda la humanidad; en último término requiere negar la necesidad de aceptar a Jesús como Salvador por medio de su vida y su muerte en la cruz (Gén. 2:9, 17; Rom. 5:12, 14; 6:23; 8:20, 21; 1 Cor. 15:26). Según dicha postura la muerte en el reino animal, incluyendo a los protohumanos, aparece millones de años antes del pecado, lo que mina así el proceso de expiación y redención.
En cuarto lugar, la creación histórica especial confirma la razón de ser divina de la observancia del sábado. Analicemos qué pasaría si, como algunos sostienen, en el mandamiento de Éxodo 20:11 Dios solo estuviera utilizando un lenguaje accesible al ser humano y no se refiriera a la manera real que usó para crear la vida sobre la tierra en seis días literales. Si así fuera, Dios mismo da falso testimonio, al menos dos veces, en el mandamiento del sábado. A diferencia de lo que dice, Dios no habría creado en seis días ni reposado en el séptimo. (¿Acaso siquiera lo bendijo?). Si entendemos el mandamiento de manera no histórica, la razón de ser de Dios para adorar el séptimo día se basa en eventos que jamás se produjeron. De ser así, Dios aparecería negando su propia sabiduría y confiabilidad.
Referencias
1-Nora Barlow, ed., The Autobiography of Charles Darwin 1809-1882 (Nueva York: Norton, 1958), p. 85.
Este artículo representa una colaboración única entre estudiosos bíblicos y científicos. John T. Baldwin es profesor de Teología del departamento de Teología y Filosofía Cristiana de la Universidad Andrews. Randall W. Younker es profesor de Antiguo Testamento y Arqueología bíblica en la mencionada universidad. Leonard R. Brand es profesor de Biología y Paleontología en la Universidad de Loma Linda y Art Chadwick es profesor de Geología y Biología en la Southwestern Adventist University..
Fuente: Spanish Adventist World. Agosto 2009
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