THE ECONOMIST
La pista de aterrizaje en Lokichoggio, en las calcinadas tierras al norte de Kenya (África) fue en otros tiempos el punto central de arribo de la ayuda alimentaria. Durante la guerra civil en Sudán, los vuelos desde ese lugar mantuvieron con vida a millones de personas.
En los galpones hay mayor tranquilidad ahora, aunque las ONG mantienen un pie allí, para el caso de que la guerra se reanude y para abordar lo que los comentaristas llaman la "emergencia permanente" de la migración "inducida por el ambiente".
Un caso a considerar es el de la población turkana de Kenya. Su número creció en las últimas décadas y se duplicará antes de 2040. Sin embargo, a medida que la zona se hace cada vez más caliente y seca, tiene menos agua, pasturas y madera. El ciclo de sequía en el norte de Kenya pasó de ocurrir una vez cada ocho años a una frecuencia de tres años o menos. Eso significa que los turkana y sus animales de cría no tienen tiempo de recuperación. El resultado es un creciente traslado con desesperación de un lugar seco a otro.
¿Una crisis local con causas locales? Sólo parcialmente. Los científicos consideran que es parte de un fenómeno global: personas alrededor del mundo que se mudan como consecuencia de la degradación del ambiente. Resulta, de todos modos, poco claro cuántos se están desplazando o están a punto de hacerlo.
La Organización Internacional de Migraciones, estima que habrá 200 millones de migrantes provocados por el cambio climático en 2050, cuando la población mundial llegará a 9.000 millones. Otros sitúan el total en 700 millones.
Estas cifras impactantes pueden formar un cuadro de masas enormes y desesperadas que caminan distancias largas y si es necesario derriban defensas fronterizas, debido a que las tierras de sus patrias se secaron o quedaron sumergidas. La situación en Kenya y otras partes de África, quizá sea más típica: una población que ya es pobre, cuya perpetua búsqueda de pasturas apropiadas y refugio se hace cada vez más difícil. En esas condiciones, las disputas locales -hasta las mezquinas entre clanes y familias extendidas- pueden empeorar y quedar enzarzadas en luchas religiosas y políticas más amplias. Eso, a su vez, hace más difícil para todos en la zona la tarea de sobrevivir, así como crea más desesperación para encontrar nuevos lugares adonde vivir, aunque no estén lejos.
Un nuevo informe titulado "En busca de refugio", realizado por la Universidad de Naciones Unidas, la organización de caridad CARE y la Universidad de Columbia, enumera los lugares calientes de la eco-migración: zonas secas de África, sistemas fluviales en Asia, el interior y la costa de México y el Caribe, y las islas bajas en los océanos Índico y Pacífico.
Un ascenso de un metro de los niveles del mar puede desplazar a 24 millones de personas a lo largo del Ganges, Brahmaputra, Irrawady, Salween, Mekong, Yangtze y Amarillo, en Asia, donde está la cuarta parte de la humanidad. Un crecimiento de dos metros puede empujar a 14 millones de personas sólo a lo largo del río Mekong, en Vietnam, al inundar gran parte de las tierras agrícolas. Mientras, el derretimiento del glaciar del Himalaya causará inundaciones y erosión río arriba, haciendo despegar al precio del arroz y de otros alimentos esenciales. Asimismo, podría exacerbar muchos conflictos regionales.
La escala de los desplazamientos de población suscita grandes interrogantes. ¿Los migrantes del cambio climático serán reconocidos? La definición clásica de refugiado -lanzados entre estados como consecuencia de la guerra o la tiranía- está obsoleta. Los migrantes ambientales serán pordioseros sin documentos.
Quienes realizan campañas contra la pobreza quieren que se revise el sistema. Sin embargo, eso parece intrincado. Estados Unidos se resiste a denominarlos "refugiados ambientales": la palabra refugiado implica garantías que de manera realista no pueden darse al torrente de migrantes. Diplomáticos admiten en reserva que su rico país todavía está furioso por las consecuencias del huracán Katrina, en 2005, que provocó la muerte de 1.800 personas y desplazó a cientos de miles.
DESBORDADO. ¿El Alto Comisionado de ONU para Refugiados (Unhcr) puede ampliarse para abordar a los eco-migrantes? Ya luchó para extender sus alcances e incluir a los desplazados internos en países (26 millones al final de 2008), así como a los que están comprendidos en la estricta definición de refugiados (10 millones, excluyendo a los palestinos que están bajo otra agencia). Si el número de personas en su órbita se multiplicara por diez, la agencia sería empujada fuera de control, señala James Milner, profesor de la Universidad Carleton, de Ottawa (Canadá).
Charles Ehrhart, de CARE, cree que el Unhcr seguirá siendo una agencia central en el tema, pero se pregunta cómo ésta u otras pueden distinguir entre la migración forzada y voluntaria. Señala que el cambio climático puede reducir la producción agrícola a la mitad en las tierras bajas de África en 2020. "En un contexto así, ¿la migración constituye una opción o una necesidad?", se pregunta Ehrhart.
Los derechos como migrantes pueden ser fáciles de afirmar por parte de los habitantes de islas, cuyos hogares quedan sumergidos, pero difíciles en los casos de grandes y desordenados movimientos a lo largo de África y Asia. La mayoría de los desplazados se dirigirá al lugar habitable más cercano, como ya lo hacen los pobres.
"Muchos Estados están abrumados por las poblaciones de desplazados internos", indica Ehrhart. "¿Podrán dar apoyo a más personas? Si no pudieran, ¿de quién es la obligación de actuar?". Al menos, la brecha por las consecuencias del uso de dióxido de carbono y el cambio climático provoca furiosas disputas Norte-Sur.
Meles Zenawi, quien como primer ministro de Etiopía hablará en representación de África en varios encuentros mundiales este año, pronostica que algunas partes del continente serán inhabitables y "los responsables del daño nunca pagarán". En la cumbre sobre el cambio climático, que se realizará en Copenhague, en diciembre, Zenawi espera que África reclame de manera agresiva compensaciones por el daño al ambiente, así como ayuda a los migrantes y que se mitigue el cambio climático. En su enfoque, un reclamo por US$ 40.000 millones sería razonable.
IMPACTO. Muchos coinciden en que se necesita más investigación para enumerar los motivos por los cuales los migrantes se quedan con lo poco que pueden. Existe coincidencia en cuanto a que el cambio climático genera un conflicto en Darfur, pero nadie sabe la verdadera incidencia de ese factor. La sequía ayudó a que los combatientes jihadistas se quedaran con pequeñas partes del sur de Somalia, ¿pero fue la causa principal?
La pesadumbre abunda. El gurú ambientalista, James Lovelock, advierte un colapso de la población humana, en parte relacionado con la migración, con algunas regiones que serán "botes salvavidas" y sobrevivirán. También está el ritmo del cambio social. El número de megalópolis -con poblaciones de decenas de millones- puede crecer en varios centenares a mediados del siglo XXI. La mayoría tiene pobre planificación. ¿Un migrante de una ciudad colapsada recibirá ayuda? "Nunca se experimentó un problema así, en el que regiones enteras y países enteros, pueden convertirse en inviables", dijo Jeffrey Sachs, quien encabeza el Instituto de la Tierra, de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Por ello, no debe sorprender que los estrategas vean nuevos y vastos riesgos a la seguridad, así como una gran expansión de los "espacios sin gobernar" del mundo. Sin embargo, se puede actuar mucho antes de que el éxodo sea bíblico. En el oeste de África, la agricultura de subsistencia está muy mal irrigada. Si eso se mejorara, así como se hicieran aportes de algunos tipos de semillas y fertilizantes, se eliminaran los aranceles y se construyeran galpones y caminos, la región podría derrotar a lo peor del cambio climático.
Los geógrafos de Habitat ONU, una agencia de planificación urbana, sostienen que las zonas del conurbano deben adaptarse a las necesidades de los migrantes del cambio climático. "No se puede amontonar a la gente", dijo Alex de Sherbinin, de la Universidad de Columbia. La presión es tangible en Addis Abeba (Etiopía), que ya tiene zonas marginales desbordantes. El precio del teff, que es un alimento esencial, se disparó después de la hambruna que todavía empuja a gente hacia la ciudad. Meles Zenawi no está solo con su ira.
La cifra
200 Son los millones de personas que en 2050 deberán migrar por el cambio climático. Otros estiman que serán 700 millones.
Fuente: Diario El Pais de Uruguay, Domingo 19 de julio - 2009
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