sábado, 30 de mayo de 2009

Hacia una vida plena: El plan de Dios para un mundo que perece

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Los buenos tiempos eran terribles

¿Fueron los “buenos viejos tiempos” realmente buenos? A menudo pensamos que en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, la vida estaba llena de encantos, alegría y despreocupados paseos en carro por el campo. Pero piense tan solo lo que era comprar un poco de manteca o “margarina”. El historiador Otto Bettmann explica: “Los fabricantes victorianos creían que los subproductos lácteos representaban una gran oportunidad para improvisar; se requería de una imaginación inescrupulosa […]. La manteca, que en la década de 1880 se vendía a un respetable promedio de 19 centavos la libra (445 gramos), a menudo estaba rancia, y era una mezcla de caseína y agua, o de calcio, yeso, grasa y puré de papas […].

“La alternativa era una imitación de manteca […]. Los fabricantes de aceite recolectaban la grasa de cerdo junto con cualquier resto animal imaginable que los mataderos no pudieran vender y los procesaban en mugrientos cobertizos. A la mezcla se le agregaban blanqueadores para que pareciera manteca real. En 1899, un empleado de una fábrica de margarina […] se lastimó tanto las manos […] que perdió las uñas, y además sufrió la caída del cabello y tuvo que ser internado en el Hospital Bellevue debido a un estado de debilidad generalizada”.1

Las casas de las granjas eran precarias; estaban rodeadas por estiércol que atraía mosquitos, pulgas y garrapatas. A menudo, los pozos de agua estaban junto a los corrales, establos, pocilgas o gallineros, y los sistemas de drenaje eran inexistentes. El suministro de agua peligraba debido “al drenaje de la cocina, los deshechos de las letrinas y las filtraciones de deshechos animales” que además llenaban el aire de un hedor nauseabundo.2

Si uno se enfermaba por la exposición a semejantes condiciones, los doctores de 1850 le habrían dicho que la enfermedad era causada por una “excesiva vitalidad”, y le habrían aplicado sanguijuelas.3 Una anotación en el diario de Angelina Andrews dice: “Carlos Beeman falleció esta mañana […]. Tuvo dolor de garganta por unos días. Ayer lo desangraron con lanceta y pensamos que tendría una buena noche de descanso. Cenó bien. Alrededor de las 23:00, su esposa le dio la dosis de morfina que el doctor le había prescripto. Se fue a dormir enseguida, y ya nunca despertó”.4

¡Los buenos tiempos del pasado eran realmente terribles!

Elena White y el mensaje de salud

El 5 de junio de 1863, Elena White se hallaba reunida con un reducido grupo de creyentes en Otsego, Míchigan, Estados Unidos, cuando recibió una visión de 45 minutos de duración sobre la salud. Cuando se le pidió que la explicara, solo dijo que no podrían entenderla por completo en ese momento. La visión se produjo en una época cuando se pretendía curar las infecciones pulmonares con el cigarrillo, se recetaba mercurio y arsénico como tónicos purificantes, y se creía que la luz del sol y el aire fresco vespertino causaban enfermedades.

El historiador adventista Mervyn Maxwell habla de la visión en su libro Tell It to the World (Cuéntale al mundo): “La visión se pronunció en contra de las bebidas alcohólicas, las especias y los postres con alto contenido de grasa y azúcar. El tabaco fue denunciado como uno de los venenos más engañosos y maléficos, y se afirmó que el té y el café tenían efectos similares a los del tabaco, aunque en un grado menor.

“Se reveló que comer mucho, aunque fueran alimentos saludables, y el comer entre horas o antes de irse a dormir no eran prácticas saludables […]. Acusaba definidamente a los alimentos animales (la carne) como la causa principal de la decadencia de la raza humana. Se denunciaba en particular la carne de cerdo […].

“Se habló del trabajo excesivo como de un gran mal […]. Se instruyó a Elena White para que diera la alarma contra el uso de drogas tales como el arsénico, la estricnina, el calomel, etc.”5

Entre los consejos positivos se mencionaron: Mantener limpias las habitaciones; permitir la entrada de luz del sol y el aire; ingerir abundantes frutas frescas, vegetales, granos y nueces; cultivar una actitud agradecida; confiar en Dios y ser optimista. Estas cualidades, dijo ella, son una de las mayores salvaguardas de la salud.6 Instó a cultivar hábitos de respeto por los horarios, suficientes horas de sueño y autocontrol de la salud mental y física, porque “las horas irregulares de comer y dormir minan las fuerzas del cerebro”.7

La ciencia está mostrando que estos consejos basados en la Biblia y registrados hace tanto tiempo siguen siendo relevantes. Hace poco la National Geographic dedicó un número especial a “Los secretos de una larga vida”, donde se habló del estilo de vida adventista: “La Iglesia Adventista siempre ha predicado y practicado un mensaje de salud: prohíbe expresamente fumar, consumir alcohol e ingerir alimentos impuros según la Biblia, tales como la carne de cerdo. Asimismo, aconseja no consumir las carnes en general, las bebidas con cafeína, además de las especias y los condimentos estimulantes. ‘La dieta que el Creador escogió para nosotros está constituida por granos, frutas, nueces y vegetales’, escribió Elena White […]. Los adventistas también observan el sábado, disfrutando de un santuario en el tiempo que les ayuda a liberar el estrés. En la actualidad, la mayoría de los adventistas sigue el estilo de vida prescripto, acaso un testimonio de lo saludable que resulta mezclar la salud con la religión”.8

Estadísticas reveladoras

El Estudio de Salud Adventista es una investigación continuada que comenzó en 1958 y sigue aun en el presente. Los adventistas son la población estudiada más longeva de la tierra. Cinco conductas simples que la iglesia ha promovido durante cien años aumentan la expectativa de vida hasta en diez años: no fumar, ingerir una dieta basada en vegetales, comer nueces varias veces por semana, hacer ejercicio con regularidad, y conservar un peso corporal adecuado.9

Otros hábitos valiosos tales como el descanso apropiado, la observancia del sábado, la gratitud y el control del estrés también confieren beneficios de protección. La investigación revela que el estilo de vida adventista reduce significativamente el riesgo de padecer muchas enfermedades crónicas, promueve la salud mental y espiritual, e incrementa la calidad de vida y la longevidad.

Libros que alimentan

El libro El ministerio de curación, de Elena White, es una de las guías más útiles sobre cómo compartir el mensaje sanador de Cristo con los que sufren. Muchos de sus otros escritos también contienen consejos inspirados y prácticos sobre vida saludable: La temperancia, Consejos sobre el régimen alimenticio, El ministerio de curación, y Mente, carácter y personalidad. Estos libros bosquejan el plan de Dios para una vida saludable en conexión con la predicación de nuestras doctrinas, la relación mente-cuerpo, consejos sobre alimentación y estilo de vida, principios generales de salud mental y física, y orientación espiritual para quienes luchan con problemas específicos

Una vida más abundante


Jesús vino a esta tierra con un ministerio de sanidad: “Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos”.10 Pero Dios nos promete más que la remoción de nuestros quebrantos y malos hábitos; él quiere que disfrutemos un estilo de vida que nos prepare para el cielo. El poder, las promesas y los consejos prácticos de ese estilo de vida han sido delineados en la Santa Biblia y en los escritos de Elena White.
1 O. Bettman, The Good Old Days—They Were Terrible (New York: Random House, 1974), p. 116.
2 Ibíd., p. 51.
3 C. Mervyn Maxwell, Tell It to the World: The Story of Seventh-day Adventists (Mountain View, Cal.: Pacific Press, 1977), p. 206.
4 Ibíd.
5 Ibíd., p. 207.
6 Véase El ministerio de curación, p. 221.
7 The Youth’s Instructor, 31 de mayo de 1894, p. 198.
8 “Los secretos para una larga vida”, D. Buettner, National Geographic, Noviembre de 2005, pp. 22, 25.
9 Adventist Health Study Report 2008, vol. 5, p. 5.
10 Lucas 4:18


Fuente: "Spanish Adventist World " de la Revista de Mayo 2009

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