lunes, 20 de septiembre de 2010

¡Avancen!

El presidente de la iglesia afirma las creencias fundamentales adventistas

Ted Wilson, recientemente elegido presidente de la iglesiamundial, predicó el segundo sábado del 59° Congreso de la Asociación General sobre la autoridad de la Palabra de Dios, la creencia en la inspiración de los escritos de Ele na White, la creación, la música y la unidad en la diversidad. Esta es una versión muy condensada de su mensaje ante los setenta mil presentes en Atlanta. Si desea leer e l sermón completo (en inglés), visite adventistreview.org/wilsongcsermon.
–Los editores.

La Iglesia Adventista está avanzando en dirección al cielo; casi estamos en el hogar. Creo de todo corazón que Jesús viene pronto. Aprecio el maravilloso espíritu y entusiasmo de nuestra familia mundial de la fe. Y aunque nos sentimos orgullosos de nuestras naciones y culturas, alabo al Señor porque Cristo nos une, superando cualquier otra diferencia.

Una Palabra segura en un mundo caótico


Cada vez son más frecuentes e intensas las señales de la venida de Cristo. Todo indica el punto culminante de la historia de la tierra y el regreso de Cristo: Las catástrofes naturales, la gran confusión política, las actividades dominantes y com prometedoras del ecumenismo, el incremento dramático y la influencia del espiritismo, el deterioro de las economías mundiales, la desintegración de los valores sociales y familiares, la desconfianza en la autoridad absoluta de la Palabra de Dios y los Diez Mandamientos, el crimen desenfrenado, la decadencia moral y las guerras y rumores de guerra.

¡Qué bendición saber que aun en medio de la incertidumbre
del mundo que nos rodea, podemos tener confianza absoluta en la eterna Palabra de Dios! A lo largo de la historia humana y a pesar de los ataques más despiadados, Dios ha preservado su Santa Palabra. La Biblia contiene una narración exacta de nuestros orígenes, un registro confiable de nuestra salvación y u na vislumbre gloriosa de nuestra pronta liberación. Como adventistas, aceptamos la Biblia como el fundamento de todas nuestras creencias y vemos en sus páginas nuestra singular identidad y misión proféticas. Con el poder de su verdad, Dios ha formado la Iglesia Adventista a partir de este mundo caótico.

Hemos de ser un
pueblo peculiar, el pueblo remanente de Dios, para ensalzar a Cristo, su justicia, los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 y su pronta venida. Como pueblo remanente, identificado en Apocalipsis 12:17 como «los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo», tenemos un mensaje singular de esperanza y el mandato de proclamar la gracia divina al mundo. Una de las características singulares del pueblo de Dios de los últimos días es que los miembros de su iglesia aceptan y creen en los Diez Mandamientos de Dios, incluido el cuarto, que nos manda acordarnos del sagrado sábado del Señor. La observancia del sábado no es solo una señal del Creador, sino también la señal del pueblo de Dios de los últimos días.

La salvación


Para ser salvos, dependemos plenamente de Jesús y de
nuestra relación con él. No somos salvos por obras, sino mediante la gracia de Cristo. La gracia es la promesa del perdón divino y la provisión del poder divino de justificación y santificación. No podemos separar lo que Cristo hace por nosotros (su justificación diaria, como si no hubiésemos pecado) de lo que hace en nosotros (santificación diaria, cuando nos entregamos a él y permitimos que obre el poder
del Espíritu Santo para transformar nuestra vida a semejanza de Cristo).

Se nos llama a proclamar esta gracia maravillosa,
poderosa y redentora, al mundo enfermo por el pecado. «No tenemos motivo para ensalzarnos. El único fundamento de nuestra esperanza es la justicia de Cristo imputada a nosotros [justificación] y la que produce su Espíritu obrando en nosotros y por nosotros [santificación]» (El camino a Cristo, p. 63).

El espíritu de profecía


Apocalipsis 12:17 nos dice que el pueblo remanente de
Dios tiene «el testimonio de Jesucristo». Apocalipsis 19:10 explica que «el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía». Ese mismo espíritu que impulsó a los santos hombres de antaño, en estos últimos días ha levantado una mensajera del Señor. En los escritos del espíritu de profecía, Dios nos ha dado uno de los más grandes dones que existen.

La Biblia
no es anticuada ni irrelevante, y tampoco lo es la mensajera de Dios para el tiempo del fin. Dios usó a Elena White como humilde sierva para brindar perspectivas inspiradas de las Escrituras, profecías, consejos de salud, educación, relaciones humanas, misioneros, familiares y mucho más. Como remanente fiel de Dios, jamás debemos dejar sin efecto la luz preciosa dada en los escritos de Elena White.

Nuestra necesidad de Jesús


Al usar el término «iglesia remanente» o «pueblo
remanente», jamás tenemos que usarlo con exclusivismo o egoísmo. Hemos de ser las personas más humildes de la tierra, reconociendo nuestra completa necesidad de Jesús el Salvador y alabándolo por habernos llamado a este poderoso movimiento. Mediante el sacrificio expiatorio de Cristo y su excelso ministerio sacerdotal podemos acercarnos «confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Heb. 4:16). Cuando nos apoyamos plenamente en los brazos eternos del Señor, él obrará por nuestro medio de manera poderosa, para que demos el mensaje final de misericordia a este mundo moribundo.

Elena White deja en claro que «la mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en nuestro medio» (Mensajes selectos, vol. 1, p. 141). Al conectarnos diariamente con Cristo y permitirle que obre en nosotros, seremos utilizados por el Espíritu Santo para proclamar su gracia y apresurar la venida del Señor. Cuando los egipcios persiguieron a los hijos de Israel al momento del éxodo, los israelitas se sintieron atrapados por el desierto a su derecha, las montañas frente a ellos, el Mar Rojo a su izquierda y el ejército egipcio por detrás.

En ese
momento, no pusieron su confianza en el poder de Dios. Todo lo que podían ver eran obstáculos. ¿Qué obstáculos enfrentamos hoy? ¿Montañas de dudas seculares en la Biblia? ¿Un mar de conflictos familiares y personales? ¿Fuerzas de cambios sociales negativos? Más allá de las circunstancias, Dios tiene una salida. En Patriarcas y profetas, p. 295, Elena White escribe: «A menudo la vida cristiana está acosada de peligros, y se hace difícil cumplir el deber. La imaginación concibe la ruina inminente delante, y la esclavitud o la muerte detrás. No obstante, la voz de Dios dice claramente: “Avancen”. Debemos obedecer este mandato aunque nuestros ojos no puedan penetrar las tinieblas, y aunque sintamos las olas frías a nuestros pies.

Los obstáculos
que impiden nuestro progreso no desaparecerán jamás ante un espíritu que se detiene y duda». Miremos por lo tanto al Dios Todopoderoso, que puede ayudarnos a pasar, cualquiera sea el obstáculo que se nos presente. No perdamos jamás la confianza plena en él. Obedezcamos siempre su mandato de avanzar

Avancen, no retrocedan


¡Avancen, no retrocedan! No sucumbamos a la idea de aceptar métodos de adoración o evangelización meramente porque son nuevos y «modernos». Debemos probar todas las cosas a la luz de la autoridad suprema de la Palabra de Dios y el consejo con el que hemos sido bendecidos gracias a los escritos de Elena White. No busquemos movimientos que prometen el éxito espiritual sobre la base de una teología defectuosa. Tomemos en cambio métodos y programas de evangelización que estén basados en los sólidos principios bíblicos y el tema del Gran Conflicto. ¡Avancen, no retrocedan! Usemos una música y una adoración cristocéntrica que esté basada en la Biblia.

Aunque hay diversas formas de adoración y culturas, no retrocedamos hasta confundirnos con una música y una adoración que esté tan centrada en la emoción y la experiencia, que perdamos de vista la Palabra de Dios. Toda adoración, por más simple o compleja que sea, debería ensalzar a Cristo y dejar de lado el yo. ¡Avancen, no retrocedan! No sucumbamos a una teología que separa la Palabra de Dios de los pilares de la verdad bíblica y de las creencias fundamentales adventistas. Las creencias históricas adventistas seguirán firmes hasta el fin de los tiempos.

Mensajes selectos, tomo 1, páginas 242 y 243 dice: «¿Qué influencia es la que induciría a los hombres en esta etapa de nuestra historia para proceder en una forma solapada y poderosa para derribar el fundamento de nuestra fe: el fundamento que fue colocado en el principio de nuestra obra mediante estudio de la Palabra acompañado de oración y mediante revelación? […].Mensajes de toda especie han sido presentados a los adventistas del séptimo día para ocupar el lugar de la verdad que, punto por punto, ha sido descubierta mediante estudio con oración, y testificada mediante el poder del Señor que obra milagros.

Pero los hitos que nos han hecho lo que somos, han de ser preservados […]. Él nos insta a aferrarnos firmemente, con el vigor de la fe, a los principios fundamentales que están basados sobre una autoridad incuestionable». ¡Avancen, no retrocedan! Defendamos la lectura y comprensión literal de la Palabra de Dios. Hemos de reconocer siempre que somos criaturas finitas y caídas ante las obras de un Dios infinito y omnipotente, y que hay cosas de la naturaleza y las Escrituras que no comprendemos plenamente. Pero lo que el Señor en su misericordia nos dio claramente como hechos, simplemente porque él lo dice así, no tiene que quedar envuelto en un manto de escepticismo.

No interpretemos que los primeros once capítulos del Génesis u otras partes de la Biblia son alegóricas o simbólicas. La Iglesia Adventista enseña y cree en el relato bíblico de la creación, que se produjo en seis días literales y consecutivos, de veinticuatro horas. Si Dios no creó el mundo en seis días literales y entonces bendijo el sábado, ¿por qué como adventistas lo adoramos en ese día? Interpretar erróneamente esta doctrina es negar la Palabra de Dios y el propósito mismo del movimiento adventista como iglesia remanente de Dios. No retrocedamos hacia la evolución atea o teísta; avancemos hacia la comprensión profética de que la lealtad a Dios como Creador y Redentor será vista en la observancia del sábado como la característica distintiva del pueblo de Dios en el fin de los tiempos.

Una vez más leemos en Mensajes selectos, tomo 1, página 200: «No se fuerce el sentido de las declaraciones de la Biblia en un esfuerzo por presentar algo raro a fin de agradar la fantasía. Entended las Escrituras tales como son». ¡Avancen, no retrocedan! Permitamos que las Escrituras se interpreten a sí mismas. Nuestra iglesia ha sostenido por mucho tiempo el método histórico-bíblico o históricogramatical de entender las Escrituras, que permite que la Biblia se interprete a sí misma.

El método histórico-crítico de interpretación, sin embargo, coloca a los individuos por encima de las Escrituras, dándoles la licencia inapropiada de decidir qué es la verdad según los recursos y educación del crítico. Este tipo de enfoque hace que la gente desconfíe de Dios y de su Palabra. ¡Avancen, no retrocedan! Aceptemos el espíritu de profecía como uno de los grandes dones dados a la Iglesia Adventista, no solo en el pasado sino para el futuro. La Biblia es la autoridad última y el árbitro final de la verdad, pero el espíritu de profecía brinda consejos claros e inspirados para ayudarnos a aplicar las verdades bíblicas. Es una bendición maravillosa que orienta al pueblo de Dios en los últimos días de la historia de esta tierra.

Viene otra vez


¡Jesús viene pronto! Pronto veremos en el oriente una pequeña nube negra del tamaño de la mitad de la palma de una mano, que se hará cada vez más grande y brillante. Y allí en medio de millones de ángeles estará aquel que hemos esperado: no el Cordero humilde y quebrantado, no el Sumo Sacerdote ministrador, sino el Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo nuestro Redentor.

Lo veremos y diremos: «Este es el Dios que hemos esperado». Cristo nos dirá: «Bien, siervos buenos y fieles. Entrad en el gozo de vuestro Señor», y nos elevaremos para recibir al Señor en el aire e ir a vivir con él para siempre. ¡Ese será el fin de la travesía adventista! Aceptemos la maravillosa gracia de Cristo en nuestra vida. Avancemos, renovando nuestro compromiso con él y proclamando su gracia y los mensajes de los tres ángeles

Fuente: Adventist World. Septiembre 2010

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